Cerebro y deseo sexual

02.08.2021

El ser humano está en una búsqueda constante de tener experiencias placenteras y gratificantes, debido a la satisfacción y las sensaciones generadas; lo anterior está relacionado con el sistema de recompensa cerebral, que responde a estímulos percibidos anteriormente, con intención de volver a vivirlo (Kringelbach & Berridge, 2010), estos procesos se desarrollan en el cerebro, al momento que este secretan neurotransmisores como la dopamina, endorfinas y serotonina ya sea cuando se come algo que nos gusta, como el chocolate, cuando se realiza alguna actividad física o incluso durante el acto sexual, estas hormonas generan en la persona sensaciones de bienestar y placer (Carpallo, 2019).

Según investigaciones realizadas en la Universidad de Michigan y la Universidad de Oxford, la capacidad de sentir placer se relaciona con los centros hedónicos (o centros de placer) que están formados por el pálido ventral y el núcleo accumbens, áreas que se conectan con otras áreas de la corteza cerebral, conformando el circuito del placer (Berridge & Kringelbach, 2015; Logatt, 2015). Como se ha mencionado anteriormente, según diferentes estímulos como la visión o los olores, distintos neurotransmisores se liberan, y hormonas como la oxitocina pueden tener efectos analgésicos, relajantes, ayudan a conciliar fácilmente el sueño, y en variadas ocasiones esta hormona produce llanto, y el querer sentir cercanía, abrazar, besar, dar y recibir afecto, actos relacionados con la expresión de emociones y consolidación de vínculos (Alma, Corazón, Vida, 2020; Logatt, 2015).

Por otro lado, el área orbitofrontal, la ínsula y la corteza cingular anterior, modulan la interpretación consciente del placer (Logatt, 2015), así, se percibe el bienestar que está asociado directamente con la gratificación, y también cumple la función de considerar cuándo es suficiente para el organismo, de este modo se considera que el control inhibitorio cumple una función importante, evitando la actividad sexual en exceso, puesto que se toman decisiones asertivas controlando el pensamiento y la conducta con ello se evalúan los posibles resultados, en busca de disminuir alguna dificultad física, química y psicológica (García-Montes et al, 2005; Logatt, 2015), ya que si la persona tiene una conducta sexual compulsiva puede padecer un desequilibrio en las sustancias que libera el cerebro (neurotransmisores) que están relacionados directamente con el estado de ánimo, lo que puede ocasionar algún desorden de salud mental como la depresión o ansiedad, además existe mayor riesgo de contraer alguna enfermedad de transmisión sexual (ITS) y/o tener problemas interpersonales (Ginestá, 2016).

Es fundamental mencionar que cuando una persona experimenta por primera vez placer, en este caso desde el acto sexual, el cuerpo no necesita vivir el mismo momento para volver a liberar las sustancias, ni percibir las sensaciones corporales, puesto que ya es suficiente con evocar los recuerdos, bien sean, olores, imágenes, sabores entre otros (Berridge & Kringelbach, 2015); a esto se le denomina sistema de anticipación de recompensa, ya que no es necesario el estímulo presente para su activación, y a través de éste se activa el sistema de búsqueda de recompensa para ir en busca de estímulos que propicien esas esas sensaciones placenteras (Logatt, 2015).

El deseo sexual se relaciona con la motivación y la búsqueda de conductas autoeróticas o intercambios sexuales receptivos a diferentes encuentros, es un proceso subjetivo y no es medible, a diferencia de la excitación sexual que puede aparecer en forma de erección o lubricación, de este modo, el deseo sexual puede darse como respuesta a diferentes estímulos o de forma espontánea, es una fase previa a la excitación (Charnay & Henriquez, 2003); un aspecto importante a tener en cuenta es que el deseo sexual no desaparece con la excitación, este puede estar presente en las distintas etapas del encuentro sexual ya sea en la meseta, orgasmo y/o resolución, cabe anotar que, en diferentes casos las mujeres inician la relación sexual sin deseo previo y va apareciendo mientras transcurre el acto (Herms, 2013). Además, se ha comprobado que en el caso de las mujeres el deseo sexual disminuye más rápidamente a lo largo de una relación, ya que buscan otro tipo de conexión con la pareja, igualmente, la progesterona influye, pues trae consigo mayores cambios emocionales en la mujer, debido a los cambios hormonales y el ciclo menstrual (Carpallo, 2019).

Es primordial puntualizar que, si se tiene con mayor frecuencia actividad sexual, la persona puede experimentar mayores estados de relajación, y si dicha actividad es placentera y divertida más se va a querer repetirla ya que, hay mayor activación en las áreas que liberan los neurotransmisores mencionados en párrafos anteriores, por otro lado, si se deja de tener relaciones sexuales por un largo periodo de tiempo el cerebro se adecua a no tenerlas en su cotidianidad y hay menor deseo sexual, lo anterior se asocia con la perdida de seguridad y control, ya que la persona puede presentar algún episodio de ansiedad en el momento de la ejecución, y debido a esto, evita exponerse ante este evento en un futuro (Carpallo, 2019).

Por lo tanto, el deseo sexual parte de lo interno y externo, lo motivacional, cognitivo, emocional, biológico, y fisiológico, además que, comprende las diferentes partes del cuerpo no sólo las zonas genitales, y se presenta de manera diferente en cada persona; donde las experiencias positivas son un estímulo o incentivador fuerte en el caso de las mujeres, y para los hombres los atributos físicos e incluso la inteligencia con proyección o no de una relación de pareja, su autoimagen, la percepción de sí mismo y el sentirse deseados influye directamente causando un mayor deseo sexual en ellos (Cedres, 2020; García-Montes et al, 2005). Por otra parte, se ha visto que la falta de deseo sexual influye en los vínculos de pareja, factor crucial para tener en cuenta si se presenta alguna dificultad tanto a nivel emocional como sexual (Herms, 2013).

Es importante mantener un estilo de vida saludable, prevenir distintos tipos de enfermedades físicas y de salud mental ya que estos están relacionados con una menor calidad de vida sexual y enfermedades como la depresión, ansiedad, bulimia entre otros, pueden interferir en el deseo sexual y todas las etapas del desarrollo de este; es conveniente aclarar que el deseo disminuye de forma natural, sin embargo, se puede mediar con comunicación, informarse y hablar abiertamente del tema, tener una actitud activa, conocer su cuerpo y gustos propios y realizar diferentes actividades que favorezcan la intimidad y el placer, tanto a nivel de pareja como consigo mismo.

Recomiendo visitar los siguientes enlaces para ampliar la información

El placer sexual se inicia en el cerebro

https://www.elcomercio.com/tendencias/sociedad/placer-sexualidad-cerebro-estimulos-pildoras.html

La sexualidad después de una lesión cerebral traumática

https://msktc.org/lib/docs/Factsheets/Spanish_Factsheets/TBI_Sexuality_Sp.pdf

Por: Andrea Salomé Chalarca Marulanda 

(Imagen 1)
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Referencias

Alma, Corazón, Vida. (2020, junio 17). Todo lo que le pasa a tu cerebro cuando tienes sexo. El Confidencial. https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2020-06-17/cerebro-sexo-relaciones-quimica-psicologia_2641447/

Berridge, K., & Kringelbach, M. (2015). Leasure systems in the brain. Neuron, 86(3), 646-64. https://doi.org/10.1016/j.neuron.2015.02.018

Carpallo, S. (2018, marzo 9). Por qué tenemos más deseo sexual al principio de una relación. El País. https://elpais.com/elpais/2018/03/04/buenavida/1520166205_918347.html

Cedres, S. (2020). Fisiología del Deseo en la respuesta. Opción Medica, 68-72. https://drsantiagocedres.com.uy/wp-content/uploads/2020/10/Deseo-sexual-en-la-pareja.pdf

Charnay, M., & Henriquez, E. (2003). "Prevalencia del deseo sexual inhibido en mujeres en edad fértil y factores relacionados". Ciencia y Enfermería, IX, 57.

García-Montes, F.,Gil-Vernet, J., Martin-Morales, A., Ozonas-Morales, M., & Pizá-Reus P. (2005). Áreas de la sexualidad: libido, erección y eyaculación. Medicina Clínica, 6(Supl 3), 14-32. https://www.researchgate.net/profile/Jose-Maria-Gil-Vernet/publication/287600749_Areas_of_sexuality_Libido_erection_and_ejaculation/links/5cbc9932a6fdcc1d49a5d7a4/Areas-of-sexuality-Libido-erection-and-ejaculation.pdf

Ginestá, J. 2016. El trastorno por adciión al sexo: Descripción evacuación y tratamiento (Trabajo finde grado). Universitat Abat Oliba CEU.

Herms, E. (2013). La relación de pareja como factor etiológico del deseo sexual hipoactivo. Comunicación presentada en V Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XX Jornadas de Investigación Noveno Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Buenos Aires, Argentina. https://www.aacademica.org/000-054/221.pdf

Imagen 1: https://statics-cuidateplus.marca.com/cms/deseo-sexual-hipoactivo.jpg

Kringelbach, M., & Berridge, K. (2010). The functional neuroanatomy of pleasure and happiness. Discovery medicine, 9(49), 579-587. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3008353/

Logatt, C. (2015). Neurobiología del deseo y el placer. Asociación Educar. https://psicopedia.org/wp-content/uploads/2015/07/neurobiologia-deseo-placer.pdf

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