Cognición y cerebro emocional.
Las
emociones y la cognición son temas que han sido estudiados desde hace algunas
décadas. En primera instancia, se pensaba que la emoción iba separada de la
cognición, sin embargo, la investigación logró explicar cómo la cognición y la
emoción pueden darse de manera simultánea e interactuar entre múltiples
mecanismos cerebrales y diferentes áreas entre estos la Corteza Prefrontal (CPF),
que intervienen en la conducta y que se requiere de un juicio y valoración
cognitiva para las expresiones emocionales (Belmonte, 2007; Saavedra et al.,
2015).
Así pues, las emociones se procesan en dos diferentes vías neurocognitivas, la primera, la vía implícita, donde la información que llega a partir de los estímulos va desde el tálamo hasta la amígdala cerebral sin pasar por la corteza cerebral, y allí se presentan los diferentes cambios físicos, como la sudoración, aceleración del ritmo cardiaco y en ciertos casos activación del estrés; y la vía explícita, que se presenta desde el mecanismo hipocámpico donde la información llega a la corteza temporal (Información verbal), parietal y occipital (información visoespacial y somática) y luego al hipocampo donde se almacenan los recuerdos, al ser procesada por estas áreas, contínua en la amígdala cerebral para procesar nuevamente los diversos estímulos. Estas conexiones permiten el razonamiento en el ámbito social y personal, debido a que se tienen en cuenta los diferentes sucesos que pueden ocurrir, según los recuerdos de situaciones anteriormente vividas y las estructuras mentales según las expectativas consideradas, también llamada marcación somática, que genera una señal de alarma en la toma de decisiones y las consecuencias que puede traer determinada acción (Benavidez & Flores, 2019; Burin, 2002).
Según un estudio realizado por López et al. (2009) las principales emociones que experimenta el ser humano son felicidad, tristeza, ira, miedo, sorpresa y asco, estas se generan en áreas límbicas, específicamente en la amígdala y el hipocampo, esta última estrechamente relacionada con la memoria, así, según sean los estímulos recibidos tanto externos como internos, y entre más intensas se experimenten las sensaciones más generan recuerdos significativos, a causa de que el hipotálamo secreta más dopamina y la persona posee mayores niveles de atención, por este motivo es que los recuerdos emocionales tienen más facilidad de evocación (Aguado, 2002; Saavedra et al., 2015).
Asimismo, entre más emocionada esté una persona menor razonamiento posee, puesto que los receptores de dopamina actúan de forma diferente, ya sea para excitar o inhibir el área límbica. Adicional a esto, se comunican las redes neuronales disminuyendo los niveles de inteligencia, de lógica y toma de decisiones en la CPF, cabe mencionar que dichos receptores se van modificando al pasar los años; por ende, las respuestas emocionales también se transforman y se van adquiriendo diferentes tipos de conductas. En caso contrario, la CPF está asociada con el control de impulsos, análisis y funciones superiores como la planificación, memoria, lenguaje, entre otras, por tal motivo, entre más actividad exista en la CPF mayor será la inhibición del componente emocional (Calixto, 2018).
Asimismo, se comprende que si un estímulo se repite constantemente se desensibiliza, dado que la dopamina se libera de forma y en cantidades diferentes, y no va a producir los mismos efectos a nivel cerebral ni fisiológico, a su vez esta desensibilización ante los estímulos se presenta, debido que existen unas neuronas llamadas "neuronas espejo" que no se activan de la misma forma si el evento es repetitivo, estas neuronas se activan en el giro del cíngulo, área que ayuda a clasificar e interpretar las emociones (Calixto, 2017).
Por otro lado, en los procesos emocionales también se libera compuestos como la adrenalina y noradrenalina, generando mayor motivación, aumentando la frecuencia cardiaca y la respiración ya que el cerebro demanda una mayor cantidad de glucosa y oxígeno, es preciso señalar que las emociones que secretan más niveles de estos dos compuestos, son el miedo y el asco; asimismo al experimentar algún tipo de emoción se liberan endorfinas y oxitocina, que intervienen en la sensación de bienestar, la satisfacción y en la consolidación de vínculos o apegos (Calixto, 2018).
Es importante mencionar que el cerebro necesita una retroalimentación de las situaciones vividas, según investigaciones se sabe que los movimientos faciales, especialmente los ojos, permiten expresar y comprender el tipo de emoción de cada momento, incluso pueden ser identificadas en cualquier tipo de cultura, añadiendo que, la felicidad es la emoción que se transmite más rápido, en cambio la tristeza se logra identificar de forma más rápida y ésta, genera reacciones como lo es la empatía, siendo una capacidad o habilidad cognitiva que influye en la comprensión de otros individuos y sus necesidades (Calixto, 2017; López et al., 2009). Sin embargo, si se posee alguna dificultad en interpretar y sensibilizarse con las emociones propias y/o las de los demás, es pertinente considerar si se padece Alexitimia (De la Serna, 2015). Para ampliar información se recomienda leer el libro Alexitimia, un mundo sin emociones.
Según Ríos-Flórez, Escudero-Corrales y Bautista-Ortiz (2017), cuando se presenta un deterioro cognitivo leve, las emociones actúan principalmente en evocar recuerdos, puesto que éstas se ven asociadas en la codificación y almacenamiento de la información. Lo anterior, se evidencia en los adultos mayores que tienen cierta dificultad en recordar situaciones recientes que tienen bajo contenido emocional, sin embargo poseen facilidad al evocar recuerdos de eventos vividos años atrás por el gran contenido e impacto emocional que ha tenido en su vida (Ríos-Flórez, 2016); incluso las personas que tienen alguna lesión en la CPF medial y orbital, que implica emociones o lesión en la amígdala, dicen presentar incapacidad para evaluar o hacer juicios en alguna situación difícil (Belmonte, 2007). Cabe añadir, que las diferentes emociones y sintomatología del estrés se han visto asociadas con alteraciones en cuanto a la codificación y consolidación de la memoria en el hipocampo y las diferentes funciones cognitivas (Saavedra et al., 2015).
Como lo explica Melamed (2016), para que se establezca una emoción se necesita más que la presencialidad de un evento, es decir, que debe de existir un significado, análisis y juicio personal detrás del acontecimiento para sentir una u otra emoción, éstas, se van estableciendo a medida que se interactúa con el medio y se aporta un valor a cada evento en sus diferentes dimensiones socio-afectivas, el control y conocimiento sobre sí mismo y las motivaciones que presenta cada persona (Aguado, 2002).
Agregando que, las emociones juegan un papel importante en el aprendizaje, si algo novedoso ocurre causa mayor atención, ya que se presentan nuevas sensaciones (Souza, 2017), y cuando la persona tiene mayores niveles de atención, se incrementa la memoria, favoreciendo el aprendizaje. Se puede afirmar, que no hay aprendizaje sin memoria, ni memoria sin aprendizaje, para revivir o traer al presente información previamente consolidada, se evocan las emociones más intensas, éstas se asocian con las acciones que se realizaron y lo aprendido en el pasado en diferentes contextos (Benavidez & Flores, 2019).
Según lo anterior, es recomendable no tomar decisiones cuando se está altamente emocionado, porque suele haber menor razonamiento, añadiendo el valor que conlleva reconocer y entender los detonantes emocionales para tener un mayor control sobre estos, consiguiendo poder interpretar, analizar y actuar más asertivamente en cada acontecimiento; ser consciente que cada persona es subjetiva y cambiante, por esta razón es necesario expresar lo que se siente cuando se vivenciando una emoción fuerte para identificar, entender, obtener una retroalimentación y manejar con más eficacia las situaciones que puedan presentarse en la vida diaria. Por último, es conveniente construir diversas formas de enseñanza que sean creativas y provoquen curiosidad en adquirir nuevos conocimientos, en pro de generar un aprendizaje significativo, donde estén involucradas acciones en cómo gestionar las emociones y emplearlas para beneficio propio y de las demás personas, incluso lograr establecer vínculos y relaciones más sólidas.
Les recomiendo ver "Herminia Pasantes: Cerebro, emociones y pandemia"; una invitación a reflexionar sobre cómo cada persona gestiona actualmente las emociones según lo que produce el cerebro ante éstas.
Por: Andrea Salomé Chalarca-Marulanda.
(Psicóloga)
Referencias
Aguado, L. (2002). Procesos cognitivos y sistemas cerebrales de la emoción. Revista de Neurología, 34, 1161-1170. https://pavlov.psyciencia.com/2014/02/Procesos-cognitivos-y-cerebrales-de-la-emocion.pdf
Belmonte, C. (2007). Emociones y cerebro. RevRAcadCiencExactFísNat (Esp), 101 (1), 59-68. https://rac.es/ficheros/doc/00472.pdf
Benavidez, V. , y Flores, R. (2019). La importancia de las emociones para la Neurodidáctica. Rev. Estud. de Psicología UCR, 14 (1), 25-53. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/wimblu/article/view/35935/36685
Burin, D. (2002). Cognición y emoción. Subjetividad y Procesos Cognitivos, 2, 19-33. https://campus.fundec.org.ar/admin/archivos/Cognici%C3%B3n_y_emoci%C3%B3n_Burin.pdf
Calixto, E. (2018). Emociones en el cerebro. Revista de la Universidad de México, (4), 128-132. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6884781
Calixto, E. (2017). Un clavado a tu cerebro. Penguin Random House.
De la Serna, J. (2015). Alexitimia, un mundo sin emociones. Tektime.
Imagen 1: https://cutt.ly/hbszV4L
López, D., Valdovinos, A., Méndez-Díaz, M., y Mendoza-Fernández, V. (2009). El Sistema Límbico y las Emociones: Empatía en Humanos y Primates. Psicología Iberoamericana, 17 (2), 60-69. https://www.redalyc.org/pdf/1339/133912609008.pdf
Melamed, A. (2016). Las teorías de las emociones y su relación con la cognición: un análisis desde la filosofía de la mente. Cuadernos, (49), 13-38. https://www.redalyc.org/pdf/185/18551075001.pdf
Ríos-Flórez, J. (2016). En el camino de la neuropsicología básica a la aplicación clínica en patología; memoria, emoción y envejecimiento. Revista Poiésis, 30, 72-78. https://www.funlam.edu.co/revistas/index.php/poiesis/article/view/1847
Rios-Flórez, J., Escudero-Corrales, E., y Bautista-Ortiz, L. (2017). Influencia de las emociones sobre los procesos de la memoria declarativa en el deterioro cognitivo leve. KATHARSIS, (25), 3-19. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/6246263.pdf
Saavedra , J., Díaz, W., Zuñiga, L., Navia, C., y Zamorra, T. (2015). Correlación funcional del sistema límbico con la emoción, el aprendizaje y la memoria. Morfolia , 7 (2), 29-44. https://revistas.unal.edu.co/index.php/morfolia/article/download/52874/52541/259718
Souza, D. (2017). El Cerebro reconectado. España. https://issuu.com/sergiocristerna/docs/neurociencia_educativa_mente__cerebTot