La tristeza y su hermana no gemela, la depresión

15.05.2021
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Por: Brandon Marín

Estarán de acuerdo conmigo, al decir que todos en algún momento hemos presentado al menos uno o más de los siguientes estados: ánimo disminuido, poco disfrute de actividades que antes eran placenteras, dificultades para conciliar el sueño, disminución del apetito, ideas de sentirse inútil o culpable, pérdida de la confianza en uno mismo, lentitud a la hora de hablar o moverse, pérdida de peso y disminución del interés por la sexualidad, entre otras. Resulta ser que estos estados, en realidad son síntomas propios de lo que se denomina episodio depresivo, compilado en el CIE-10 (OMS,1992). Pero, sería errado afirmar que por presentar alguno de estos "síntomas" necesariamente estamos hablando de una depresión, cuando en un episodio de tristeza también se pueden observar estos.

      Con el fin de darle más claridad a lo anteriormente mencionado, se procurará hacer una diferencia entre lo que sería la tristeza, y un trastorno depresivo propiamente dicho. Citando a Stroufe que define la emoción como "una reacción subjetiva a un suceso sobresaliente" (2000, p.23) y, teniendo en cuenta que la tristeza es parte de las emociones básicas en cada uno de los seres humanos, que además de ser normal es natural, la depresión, en cambio, es una enfermedad que necesita ser intervenida por profesionales competentes (Cruz, 2012). Si quisiéramos ser más rigurosos en su definición podríamos mencionar que la tristeza viene del latín tristitia que según Cruz (2012) es:

    "La cualidad de estar triste, lo que significa estar afligido o apesadumbrado; mientras que la depresión, del latín depressĭo, ōnis en términos psicológicos, se trata de un síndrome caracterizado por una tristeza profunda pero que, además, incluye la inhibición de las funciones psíquicas" (p.1).

     En el momento que una persona se encuentra triste, a nivel conductual, su actividad motora merma considerablemente, como su postura y algunas facciones de su rostro, y en cuanto a lo cognitivo, empieza a captar la realidad desde un punto de vista negativo, y las actividades que antes le brindaban placer e interés, ya no lo hacen (Vallés &Vallés, 2000). En la tristeza, el malestar que se experimenta puede ser explicado por una pérdida significativa previa de cualquier tipo y, es vital porque su objetivo parece estar relacionado con el adecuado procesamiento de la situación como su debida readaptación y, reestructuración; pero, es cuando esta tristeza supera la capacidad de afrontamiento de la persona que se torna patológica y, en sufrimiento, que es incluso más profundo y duradero (Cruz,2012). Algo curioso con respecto a la tristeza, es que no sólo se puede presentar ante un evento concreto, sino también ante el recuerdo de uno o la anticipación de este (Cuervo & Izzedin, 2007).

     En resumidas cuentas la tristeza puede ser incitada por fracasos en metas significativas, situaciones bélicas, pérdida de autoestima y de vínculos importantes para la persona (Cuervo, 2007). Aunque es menester mencionar que por nuestra expresión afectiva todos presentamos tristeza ante las pérdidas, y los trastornos depresivos no es la excepción, pero se diferencia en el hecho de que estos síntomas se viven de manera intensa y prolongada y que dependiendo del tiempo se pueden denominar desde leves a crónicos (Botto, Acuña & Jiménez, 2014; Díaz & González, 2012). Queda claro que la depresión es más que estar tristeza, e incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS,2019) resalta que la depresión, es un trastorno que está relacionado con afecciones a nivel cerebral, así mismo en el pensamiento y estados de ánimo, y que aproximadamente este trastorno lo padecen cerca de 300 millones de personas alrededor del mundo; asimismo, la depresión es de por sí un factor de riesgo para el suicidio (Díaz & González, 2012). Imagínense un factor de riesgo para aproximadamente 300 millones de personas, son cifras alarmantes.

      A pesar de que se pueden encontrar síntomas universales en psicología depresiva, la forma de ser manifestaba depende de cada cultura (Botto, Acuña & Jiménez, 2014). En algunas lenguas del sudeste asiático no existe una palabra parecida a "deprimido", de igual forma en Nigeria sólo una palabra encasilla por sí sola a la rabia, ansiedad y depresión (Thakker & Ward, 1998). De igual modo, en culturas occidentales es más recurrente entender la depresión como una patología, donde están involucrados aspectos biológicos y hereditarios, en cambio en las culturas minoritarias y tradicionalistas la conciben como "situacional", porque sus síntomas dependen de dificultades interpersonales y estrés psicosocial (Botto, Acuña y Jiménez, 2014). Pero no sólo la forma de ser entendida varía culturalmente sino que también su forma de expresarse, como por ejemplo en un estudio a comunidades chinas, encontraron que la expresión de la depresión es más física que psicológica, porque en contadas ocasiones reportaron sentimientos de desánimo o tristeza, en cambio, en su mayoría mostraron más síntomas físicos como aburrimiento, fatiga, somnolencia, y dolores físicos; a lo mejor puede ser explicado porque a nivel cultural la expresión de sentimiento no es bien vista (Botto, Acuña & Jiménez, 2014).

     Por el deterioro significativo que la depresión ha presentado en la salud, se ha intentado investigar los factores externos y biológicos, que puedan explicar su génesis, pero los estudios no encontraron nada que se acerque a su explicación (Díaz & González, 2012). En cambio, se ha encontrado que el adecuado funcionamiento cerebral, está mediado por tres importantes sustancias monoaminérgicas, la dopamina, la norepinefrina y la serotonina, que al mostrar niveles anormales pueden explicar la fisiopatología de la depresión, algo que ya se concebía hace 50 años con la hipótesis de las monoaminas de la depresión (Guadarrama, Escobar & Zhang, 2006). Así mismo, se ha encontrado que algunas estructuras cerebrales parecen estar relacionado con la presencia de un estado depresivo, entre estas están; el hipocampo, los Núcleos basales, y sus respectivas conexiones, el tálamo, la amígdala y la corteza prefrontal, de igual forma también se pueden encontrar otros circuitos implicados como: límbico-estriado-pálido-talámico-cortical y el talámico-cortical (Bretón,2020).

      Para concluir queda claro que la tristeza se parece a la depresión, tal vez por eso es confundida en reiteradas ocasiones, pero aun así, son diferentes significativamente y su diferencia nos permite esclarecer y no estigmatizar, como normal toda manifestación de tristeza o depresión, lo cual nos lleva a darle la importancia que debe y debería tener en la Salud Pública.

Si quieren entender mejor la realidad que vive alguien con este trastorno les recomiendo el video ¿Por qué alguien como tú tiene depresión? (click en el link o AQUÍ).

Brandon Marín
Psicólogo


Referencias

Botto, A., y Acuña, J. Jiménez, J. (2014). La depresión como un diagnóstico complejo. Implicancias para el desarrollo de recomendaciones clínicas. Rev Med Chile, 142, 1297-1305. https://scielo.conicyt.cl/pdf/rmc/v142n10/art10.pdf

Bretón, F. (19 de febrero del 2020). Base bioquímica y neuroanatomía de la depresión. Neuroclass. https://neuro-class.com/base-bioquimica-y-neuroanatomia-de-la-depresion/

Cruz, G. (2012) De la tristeza a la depresión. Revista electrónica de psicología iztacala, 15 (4), 1310-1325. https://www.iztacala.unam.mx/carreras/psicologia/psiclin/vol15num4/Vol15No4Art8.pdf

Cuervo, A., Izzedin, R. (2007). Tristeza, Depresión y Estrategias de Autorregulación en Niños Tesis Psicológica, 2, 35-47. https://www.redalyc.org/pdf/1390/139012670004.pdf

Diaz, B., y González, C. (2012). Actualidades en neurobiología de la depresión. Revista Latinoamericana de Psiquiatría, 11 (3), 106-115. https://www.medigraphic.com/pdfs/psiquiatria/rp-2012/rp123i.pdf

Guadarrama. L., Escobar. A., y Zhang. L. (2006). Bases neuroquímicas y neuroanatómicas de la depresión. Revista de la Facultad de medicina UNAM, 49, 66-72. https://www.medigraphic.com/cgi-bin/new/resumen.cgi?IDARTICULO=4447

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Organización Mundial de la Salud (1992). Clasificación Internacional de las Enfermedades (10ª ed.) Ginebra: Autor.

Organización Mundial de la Salud. (2019). Depresión. 29 enero 2020, de OMS Sitio web: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/depression.

Sroufe, A (2000). Desarrollo emocional. La organización de la vida emocional en los primeros años. México: Oxford University.

Thakker J, Ward T. (1998). Culture and classification: the crosscultural application of the DSM-IV. Clinical Psychology Review, 18(5), 501-29. Doi: 10.1016/s0272-7358(97)00107-4

Vallés, A. & Vallés, C. (2000). Inteligencia emocional. Aplicaciones educativas. Madrid: Ed. EOS, Madrid.

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