Mente sana en cuerpo sano!

10.04.2021

Por: Viviana Hidalgo P.

          En los últimos años ha cobrado fuerza el desarrollo de la psicología aplicada al campo del deporte y la actividad física. Esta se ocupa de los aspectos psicológicos que se involucran en dichas actividades. La actividad física, entendida como "cualquier movimiento corporal, debido a la contracción de los músculos [...], que comporta un gasto energético y cuya finalidad es la movilidad" (Herrero & Ferradaz, 2011, p. 3); y el ejercicio físico, definido como la "actividad física planificada, estructurada y repetida, cuyo objeto es mejorar y mantener la salud y/o calidad de vida" (Herrero & Ferradaz, 2011, p. 3).

          Sin embargo, la psicología deportiva tiene un enfoque direccionado hacia la preparación psicológica para entrenamientos y competiciones, sin embargo, a partir de la década del ochenta ha tenido un desarrollo importante en el trabajo sobre trastornos alimenticios, lesiones y discapacidad, como nos indican Jiménez y Ariza, (2012).

          Es evidente que la actividad física, así como la alimentación saludable, las relaciones interpersonales saludables, entre otros, permiten el desarrollo humano hacia una forma de vida más satisfactoria. Casi todas las personas que practican algún tipo de ejercicio físico, constante tienen la sensación de placer y satisfacción y manifiestan un rendimiento más alto en actividades académicas y laborales.

          En este sentido, es importante preguntarnos ¿Cuáles son los aportes del ejercicio físico a la actividad cerebral? Y es que en un contexto donde el sedentarismo está a la orden del día y, como nos refiere Silva, (2007), es un factor de riesgo de enfermedades como la obesidad, hipertensión arterial, diabetes, cobra más relevancia la relación que existe entre el movimiento y la mente.

          Debido a esta relación mente-movimiento y con la ayuda, en las últimas décadas, del desarrollo de tecnologías enfocadas en el estudio del cerebro, las investigaciones nos han permitido comprender que la práctica de ejercicio físico tiene influencia en la actividad cerebral y más allá, en los procesos cognitivos (Uribe, Guzmán, Marambio & Harrington, 2013, p.70).

          Según algunos estudios y como lo reporta Silva, (2007), la actividad física ha estado asociada a disminución de cuadros de ansiedad, estrés y depresión, la construcción de la autoestima y autoimagen positiva, reducción de conductas autodestructivas, disminución de la probabilidad de aparición de trastornos de personalidad.

          El ejercicio físico, como se ha mencionado anteriormente, provoca una sensación de bienestar y placer debido a la liberación de neurotransmisores como la noradrenalina, endorfina; además provoca incremento del flujo sanguíneo de las regiones cerebrales y aumento de la temperatura (Uribe, Guzmán, Marambio & Harrington, (2013).

Dentro de las respuestas crónicas al ejercicio físico, los estudios realizados nos refieren:

  • La neurogénesis y la plasticidad cerebral, donde "los individuos físicamente activos tienen ondas cerebrales más activas en función de capacidades físicas" (Dustman et al., 1990; Dustman, LaMarche, Cohn, Shearer, & Talone, 1985; Lardon & Polich, 1996) como se citó en Uribe, Guzmán, Marambio & Harrington, 2013, p. 71) y que están asociadas a regiones como el lóbulo frontal, giro cingulado anterior, corteza parietal (Uribe, Guzmán, Marambio y Harrington, 2013) y según nos refieren Herrero y Ferradaz, (2011), también existe una asociación con el hipocampo.

          Dentro de las investigaciones realizadas, también se ha podido establecer que existen "células madre durmientes" que se activan a través de la actividad física. (Herrero & Ferradaz, 2011, p. 5), asociadas de igual forma, a regiones del hipocampo.

  • Aumento de la formación de nuevos vasos sanguíneos y aumento de la microcirculación cerebral, lo que podría permitir el aumento de las estructuras cerebrales (Uribe, Guzmán, Marambio & Harrington, 2013, p. 72).

          Estas reacciones, generadas por el ejercicio físico, permitirían una mejor respuesta cognitiva en funciones ejecutivas como la memoria, la atención y la resolución de problemas, según nos indican Uribe, Guzmán, Marambio y Harrington, (2013).

          Si bien, este es un pequeño acercamiento a los beneficios que trae la actividad física en el desarrollo humano y en las funciones cognitivas específicamente; este esbozo nos permite visualizar la utilidad, en términos cerebrales, que trae consigo la práctica del ejercicio físico; así como la necesidad inmediata, de adquirir prácticas que nos propicien bienestar en términos de prevención, pero además, resalta la importancia de investigar y de incluir el desarrollo de actividades físicas y deportivas dentro de los planes de intervención para enfermedades neurodegenerativas.

Viviana Hidalgo P.
Est. Psicología


Referencias

Herrero, L. B., & Ferradaz, M. A. L. (2011). Aportes del ejercicio físico a la actividad cerebral. Lecturas: Educación física y deportes, (160), 1-7.

Jiménez, A. S., & Ariza, H. H. L. (2012). Psicología de la actividad física y del deporte. Hallazgos, 9(18).

Silva, W. R. (2007). Algunas incidencias de la actividad física y deporte en la cognición, una revisión teórica. Expomotricidad.

Uribe, D. R., Guzmán, C. S., Marambio, M. M., & Harrington, M. V. (2013). Ejercicio físico y su influencia en los procesos cognitivos. Revista Motricidad y Persona: serie de estudios, (13), 69-74.

Imagen 1: Loles Vives 2014. 

© 2022 Semillero Sapiens, Politécnico Grancolombiano Institución Universitaria, Medellín, Colombia
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar