Los procesos neurobiológicos del amor

12.03.2021

Por: Andrea Salomé Chalarca Marulanda

Dentro de las emociones que puede sentir el ser humano, el amor es considerada una de las más fuertes. En sus primeras etapas, el amor se presenta de una forma más somática y visceral, y al transcurrir el tiempo y los acontecimientos con la persona amada se convierte en un proceso más complejo que puede estimular áreas cerebrales y regular el sistema nervioso autónomo, incluso disminuir el estrés favoreciendo el estado de salud (Primitivo, 2012). Para empezar, se puede decir que, el disfrute es gracias al Área Tegmental Ventral (ATV), se evocan recuerdos con el Hipocampo, y se regulan emociones con el Hipotálamo y la Amígdala cerebral (Acevedo, Aron, Fisher & Brown, 2012; Fisher, Aron & Brown, 2006).

          El amor y el enamoramiento son procesos diferentes y ambos se producen en el cerebro, así, el cerebro es quien se enamora y no el corazón; el enamoramiento con el corazón es una idea construida cultural y socialmente para dar un sentido o explicación metafórico; aunque bien, existen características y/o factores que intervienen en el momento en que una persona se enamora, como los reproductivos, sociales, económicos, laborales, religiosos, educativos, e incluso el aspecto físico; todo lo que puede llegar a sentir una persona se puede explicar biológicamente a través de cambios en los neurotransmisores y las hormonas, ya sean la Dopamina, Serotonina, Endorfinas, Oxitocina, Vasopresina, Adrenalina, Testosterona y Estrógenos (Fisher, 2004; Fisher, Aron & Brown, 2006), todas y cada una de éstas intervienen en esta tarea (maravillosa y desventajosa - si llega a ser el caso).

          En el cerebro de hombres y mujeres existen diferencias estructurales, lo cual genera variaciones conductuales, se alude que, en las mujeres las zonas que más se activan son las relacionadas con la emoción, la seguridad y los detalles, en los hombres se activan más las regiones encargadas de los estímulos visuales (Fisher, 2004); además, hormonas como la Testosterona disminuyen la densidad dendrítica, y los estrógenos generan mayores espinas en éstas, lo que equivale que el árbol dendrítico surgido de una Neurona es más pequeño o grande según el caso, lo anterior, explica por qué la mujer posee un Hipocampo relativamente más grande; debido a esto, tienen mayor facilidad de para recordar detalles que los hombres; el Cuerpo Calloso en la mujer es más grande que el del hombre, ya que al haber más fibras nerviosas, existe una mayor comunicación entre hemisferio izquierdo y hemisferio derecho, explicando, como las mujeres pueden procesar diferentes indicaciones y/o estímulos a la vez; el ATV también es más grande en las mujeres, ésta, es responsable de las sensaciones de placer y de la liberación de más dopamina, causante de la dilatación pupilar, del aumento del ritmo cardiaco, que la presión arterial incremente, del aumento de la capacidad muscular y que la frecuencia respiratoria sea más rápida (Pinzón, 2013; Primitivo, 2012). Por otro lado, la Amígdala cerebral del hombre es de mayor tamaño, lo cual se ha vinculado a la mayor presencia de conductas agresivas y dominantes (Acevedo, Aron, Fisher & Brown, 2012; Calixto, 2018; Fisher, 2004; Fisher, Aron & Brown, 2006; Maureira, 2011; Zeki, 2007).

        Lo anterior, es importante considerarlo para adentrarse y comprender las distintas etapas del amor, estas son: el enamoramiento, con relación a los impulsos sexuales, el cortejo o el amor romántico, y el apego o encariñamiento - y en su defecto como cuarta y última etapa en diversos casos, el desamor (Fisher, 1998).

       En la etapa del enamoramiento se genera placer, deseo, hay mayor inestabilidad emocional, conductual y cognitiva, se genera un pensamiento obsesivo, los niveles de Cortisol suben y generan tensión, reprimiendo el sueño e incrementando los procesos de memoria y atención, hay mayores estados de euforia y ansiedad, dado que las terminaciones del sistema nervioso simpático liberan más niveles de la Noradrenalina y la persona entra en un estado de alerta constante (Boza, 2015; Garza, 2010; Zeki, 2007). Asimismo, el nivel de Testosterona en el hombre tiende a disminuir y en la mujer aumenta, esto permite la procreación, ya que los hombres son menos violentos y las mujeres más arriesgadas, aumenta el deseo sexual y se generan conductas para suplir dicho deseo. Si el acto sexual se lleva a cabo, en los estados de excitación y orgasmo la dopamina aumenta debido a la recompensa y se sustituye la ansiedad por confianza, suben los niveles de endorfinas produciendo un estado de relajación y satisfacción. Sin embargo, las áreas Prefrontales se inhiben, alterando el estado crítico y de razonamiento, existe una percepción irreal del peligro y menor control de impulsos (Calixto, 2018; Fisher, 2004).

       Posteriormente, en la etapa del amor romántico, aún sigue existiendo un gran interés en lo pasional y el deseo, no obstante, no se centra en el procrear, sino que busca generar un ambiente estable emocionalmente, con consentimientos y espacios conjuntos relacionados con el cumplimiento de metas y recompensas a través de las motivaciones y emociones desencadenadas en el Córtex Orbitofrontal y el Núcleo Accumbens (Fisher, Aron & Brown, 2006; Garza, 2010; Maureira, 2011). En esta etapa, también participan la Serotonina, la Noradrenalina y la Dopamina, con el fin de mantener esas conductas (Fisher, 2004).

        Pasado algún tiempo, inicia la etapa del Apego, en ésta están muy presentes la Oxitocina y la Vasopresina, hormonas generadas en el Pálido Ventral del cerebro, éstas provocan mayor atención en la pareja y sensación de estabilidad, se busca cuidar el vínculo establecido, puesto que más allá del interés sexual hay otros intereses que mantienen la unión y el cariño y estos se fortalecen en el tiempo. Es de destacar que los neurotransmisores y hormonas que en las etapas anteriores incrementaron su nivel vuelven a estabilizarse en esta etapa (Fisher, Aron & Brown, 2006; Garza, 2010; Maureira, 2011; Zeki, 2007).

          En este punto, es preciso mencionar lo implica una ruptura amorosa. Biológicamente es posible decir que, a nivel cerebral, hay mayor activación en el giro del cíngulo (no se "rompe" un corazón -aunque ésta área es responsable de esa sensación). Para añadir, en este desamor o ruptura amorosa, se presentan fases de duelo que se pueden experimentar de formas variadas y en diferente orden, al comienzo, se niega el suceso (con la corteza prefrontal); se padece un periodo de ira (generado en el sistema límbico), estado donde la persona no razona correctamente; aparece la negociación en busca de soluciones (y se restablece el adecuado funcionamiento de la corteza prefrontal); se activa el sistema serotoninérgico relacionado con el estado de animo y con la fase del duelo llamada depresión. En esta fase suele presentarse el llanto y hay un desgaste energético mayor, debido a que el cerebro aumenta el metabolismo y requiere de más oxígeno y glucosa; finalmente se llega a la aceptación de la ruptura y la continuación de su desarrollo personal y social (Calixto, 2018; Fisher, 2004).

          Le recomiendo ver la entrevista ¿Qué ocurre en nuestro cerebro cuando nos enamoramos?  (click al link) realizada a Helen Fisher, Antropóloga y Bióloga que ha estudiado el amor desde una mirada científica.

          Resalto que, el conocer acerca estos temas, permite a cada persona afrontar de una mejor forma las vivencias que puedan alterar la actividad funcional del cerebro, y actuar de una manera más preventiva y asertiva al tomar decisiones; además, de buscar nuevas rutinas y actividades que contribuyan a la liberación de dopamina, serotonina y endorfinas, favoreciendo la motivación hacia las actividades y el cumplimiento de metas.

Andrea Salomé Chalarca Marulanda
Psicóloga

Referencias

Acevedo, B., Aron, A., Fisher, H., & Brown, L. (2012). Neural correlates of long-term intense romantic love. Social cognitive and affective neuroscience, 7(2), 145-159. https://doi.org/10.1093/scan/nsq092

Boza, J. 2015. El amor entre la fisiología y el aprendizaje. Anales, 18 (1), 77-104. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/7469264.pdf

Calixto, E. (2018). Amor y desamor en el cerebro. Aguilar.

Fisher, H. (1998). Lust, attraction and attachment in mammalian re­production. Human Nature, 9, 23-52. https://doi.org/10.1007/s12110-998-1010-5

Fisher, H. (2004). Por qué amamos: Naturaleza y Química del Amor Romántico. Taurus Pensamiento.

Fisher, H., Aron, A., & Brown, L. (2006). Romantic love: a mammalian brain system for mate choice. Philosophical transactions of the Royal Society of London. Series B, Biological sciences, 361(1476), 2173-2186. https://doi.org/10.1098/rstb.2006.1938

Garza, I. 2010. Neurobiología del amor. Medigraphic, 5 (1), 6-8. https://www.medigraphic.com/pdfs/residente/rr-2010/rr101b.pdf

Maureira, F. (2011). Neurobiología del amor romántico y la fidelidad. Gaceta de Psiquiatría Universitaria, 7 (1), 59-68. https://maureiralab.cl/gallery/11-neurobiologia%20del%20amor%20y%20la%20fidelidad.pdf

Pinzón, V. 2013. La bioquímica del amor. Noticias Químicas, 23 (75), 1-7. https://bibliotecas.unileon.es/tULEctura/files/2019/02/bioquimica_amor_vilma_pinzon_fajardo.pdf

Primitivo, G. 2012. Bioquímica del amor. Ciencia UANL, 57, 114-120. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3835412.pdf

Zeki, S. (2007). The neurobiology of love. FEBS letters, 581(14), 2575-2579. https://doi.org/10.1016/j.febslet.2007.03.094

Imagen 1: Gómez, A. (2019, 19 de febrero). Hormonas y el cerebro intervienen en el amor. Hola News Blog. https://holanews.com/hormonas-el-cerebro-intervienen-en-el-amor/

Imagen 2: Camacho-Arroyo, I. (2014, 14 de febrero). ¿Qué es el amor? Respuestas desde la biología. El Bichólogo Blog. https://micruzbiological.blogspot.com/2014/02/que-es-el-amor-respuestas-desde-la.html

© 2022 Semillero Sapiens, Politécnico Grancolombiano Institución Universitaria, Medellín, Colombia
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar